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¿Qué podemos aprender de la Pandemia?

Para todos es claro que la pandemia nos ha afectado negativamente la vida, a los que más se les ha llevado un familiar, amigo o un conocido. Otros efectos pueden ser económicos: la pérdida del empleo o el fracaso de un negocio. A todos nos ha generado efectos psicológicos que pueden o no haberse ya manifestado. Pero toda situación tiene efectos positivos y negativos dependiendo cómo se la mire. Los negativos estoy seguro que ya los reconocen y han profundizado. Quiero resaltar aquí los posibles aprendizajes que este frenazo en seco ha podido generar en cada uno de nosotros

Empezaré por temas sociales y luego por algunos económicos.

La pandemia demostró que el planeta es solo uno. Las fronteras son una construcción del ser humano para proteger ventajas competitivas, o dominios de poder, y segregar grupos sociales por afinidades de raza, creencia o cultura, pero que como especie no tiene ningún sentido. El virus viaja a través de fronteras sin pasaporte ni visa. Todos somos susceptibles y por tanto debemos hacer conciencia que somos seres de la misma especie y por tanto debemos comportarnos como una hermandad sin distingo de nacionalidad. La contención que yo haga del virus tiene efectos globales: si yo permito al virus que pase por mí, estoy contribuyendo a su expansión. Por tanto, debo hacer conciencia y practicar comportamientos responsables con la humanidad.

Hemos aprendido a convivir mejor -obligatoriamente- de forma más intensa, y a conocer y respetar las individualidades de nuestros seres mas cercanos. Las cuarentenas nos forzaron a ello. Pero también nos han mostrado que podemos mantener el contacto con nuestro grupo social sin estar físicamente presentes, de manera efectiva y virtual.

Estamos aprendiendo a manejar enfermedades que se transmiten con inmensa facilidad y eso podrá evitar a futuro que nos vuelva a afectar de manera tan grave una potencial próxima contaminación. Se recobró el valor de la higiene personal, la alimentación adecuada y el cuidado de la salud, como defensa de primera línea contra la transmisión y los posibles efectos de contraer la enfermedad.

Adicionalmente estamos dando al personal que cuida la salud el respeto y reconocimiento que nunca debieron haber perdido. Son héroes, siempre lo fueron. Personas que dedican su vida y su tranquilidad a restablecer la salud de desconocidos son admirables y deberían ser recompensados. (también lo son maestros, y personal de seguridad, aunque hoy no lo veamos así).

Otro oficio que se ha aprendido a valorar es el del oficio doméstico. Oficio que se ha subvalorado en la sociedad por tanto tiempo, aprendimos que los oficios rutinarios que permiten que todo esté en orden y limpio, no es ni fácil ni simple. Requiere esfuerzo compromiso y abnegación.

Hemos aprendido a vivir con menos consumo y menos desplazamientos, esto afecta el “crecimiento económico” pero al afectar el consumismo, mejora el medio ambiente. La drástica disminución de nuestros desplazamientos, en su mayoría innecesarios, ha permitido la recuperación de la calidad del aire, la calidad de las aguas de ríos y playas. Ahora se volvieron a ver especies, en los bordes de las ciudades, en ríos y playas, que no se habían visto en décadas. El hueco en la capa de ozono parece que se está reduciendo.

Muchos servicios y labores se han venido prestando sin interrupción de manera virtual. En muchos casos con mayor eficiencia. La posibilidad de atender desde casa las tareas del trabajo asi como las del hogar sin ausentarnos de él, pueden generar mayor bienestar e incluso sentido de pertenencia relativo al trabajo (todo lo anterior aplica excepto en manufactura, o líneas de abastecimiento).

Parece que la pandemia ha sido el mejor argumento para promoción de la digitalización de la economía. Esta digitalización ha sido posible por 20 años, pero las costumbres y usos de las personas con poder en las organizaciones lo han impedido. Hasta que no hubo alternativa. Ya no se preocupan los “jefes” de si llegó 5 minutos tarde, o si a la hora de almuerzo se tomó 15 minutos más en regresar. Ahora se fijan en si se cumplió lo que se requería hacer. Que fue lo que siempre importó.

Por último, aprendimos algo nuevo, el estado independientemente de quien ejerza el gobierno puede asistir en la redistribución de la riqueza para proteger a los que menos oportunidad han tenido y por ende son más vulnerables. Es claro especialmente en Colombia que este gobierno ha hecho poco y ha sido torpe en sus acciones, pero es también claro que la desigualdad hace que los grupos más vulnerables económicamente han resultado afectados de la peor forma.

Se hizo evidente también, la necesidad ética de plantearnos alternativas al modelo económico y político reinante. En el modelo actual los poderes económicos, legales e ilegales, compran la conciencia de los políticos y gobernantes en sus nóminas, y estos a su vez ajustan las normas para favorecer a sus jefes. Desvirtuando así el concepto del bien común.

Creo que el modelo económico necesario no se ha inventado, la preponderancia de la tecnología y la concentración de beneficios que esta ha generado, así como la velocidad con la que lo ha hecho, no ha dado tiempo a los economistas y politólogos a concretar un modelo, humanamente responsable, que permita que todos tengamos oportunidades, que corrija las diferencias en acceso a servicios básicos, y que adicionalmente premie a los que mejor aporte hacen al bienestar de la humanidad. Ahí hay una tarea pendiente, ¡casi nada!

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